Nos congregamos en la Iglesia Catedral de nuestra arquidiócesis el primer día de la Octava de Pascua para pedir al Señor por el eterno descanso de su servidor el Papa Francisco. La eucaristía, presidida por Monseñor José Adolfo, contó con la presencia providencial de Monseñor Andrés, obispo emérito de nuestra arquidiócesis, quien recordó con algunas palabras la cercanía, la fe y amistad que lo unieron al Sumo Pontifice desde su juventud.
Pedimos al Señor que permita descansar en la Casa del Padre a quien ha servido con tanta entrega a la Iglesia y al mundo. Damos gracias y bendecimos a Dios por su tan fecundo ministerio y con su partida encomendamos una vez más al Espíritu la guía de nuestra madre la Iglesia, a quien Francisco se entregó tan generosamente.
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