Jesús Israel Luna Soza y José Roberto González Martínez, seminaristas del Seminario Redemptoris Mater de Corrientes, accedieron al Ministerio del Lectorado.
El nuevo ministerio fue impuesto en el marco de la ceremonia realizada en la Iglesia Catedral de la Ciudad de Corrientes y celebrada por el arzobispo Andrés Stanovnik.
“El Lectorado habilita a quien es instituido para ese ministerio a proclamar la Palabra en la asamblea litúrgica; a educar en la fe y para la digna recepción de los sacramentos a los niños y a los adultos, y para anunciar la Buena Noticia de la Salvación a los hombres que todavía no la conocen” destacó en su Homilía Monseñor Stanovnik.
Instó al compromiso con la palabra a los candidatos a ser lectores, “ya que anunciarán a otros la Palabra divina, dóciles al Espíritu Santo, recíbanla ustedes primero, medítenla asiduamente, a fin de ir creciendo cada día más en el suave y vivo amor hacia ella”.
“Que la conducta de ustedes manifieste a Jesús” agregó en relación al nuevo ministerio de Jesús Israel, de 28 años, oriundo de Nicaragua, y de José Roberto, de 25 años y oriundo de El Salvador.
En la celebración, Jesús Israel y José Roberto, estuvieron acompañados por los demás integrantes del Seminario Redemptoris Mater de Corrientes y de los formadores.
Además, en misma ceremonia se administró el sacramento del Orden Sagrado en el grado de Diaconado a los Acólitos Carlos Germán Rodríguez, Marcelo Federico Miño y Cristian Luis Correa, del Seminario “La Encarnación”.
EL LECTORADO
Los ministerios son oficios instituidos oficialmente por la Iglesia y conferidos por ella, mediante un rito litúrgico especial que comporta una bendición del Obispo, para ejercerlos en nombre de la Iglesia.
Actualmente, en la Iglesia latina hay dos ministerios no ordenados e instituidos en este sentido: el “lectorado” y el “acolitado”. Aunque sean ministerios laicales, deben ser recibidos por los candidatos a la Orden Sagrada del diaconado y del presbiterado.
El Lector es instituido para el oficio de leer la Palabra de Dios en la asamblea litúrgica. Por lo tanto, en la Eucaristía y en las demás acciones sagradas, le compete a él proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura (exceptuando el evangelio).
Si falta el salmista, recita el salmo interlecional, enuncia las intenciones de la oración universal de los fieles cuando no haya diácono o cantor, dirige el canto y la participación de los fieles e instruye a éstos para que reciban dignamente los sacramentos.
Cuidará la preparación de otros fieles que, por eventual encargo, deban leer la Sagrada Escritura en la liturgia.
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